domingo, 1 de junio de 2008



Esta noche no logro consolarme.
Y es mi conciencia,
un vicario atormentado,
que no conoce la paz ni el silencio.

Escucho al miedo, como noche tras noche, impasible,
devora mis restos hechos pedazos,
Y cuando amanece,
puedo ver, los huesos de sus hijos,
entre mis brazos, dormir.

Y mientras un relámpago,
destruye la ciudad, que los verá morir.
Ellas, hablan de otro futuro,
con una sencillez tan fría y tan amarga,
que se me hiela la sangre.

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