martes, 24 de junio de 2008


SIN EMBARGO...

Sin embargo,
sin embargo,
sin embargo...
No me fío de mí.
Nada es permanente.
Menos lo es la palabra.
Esto tampoco,
esto tampoco,
esto tampoco.
No me fío,
no te fíes de quien dice,
de quien habla, de lo que se
dice, de lo que dices,
de lo que digo,
no me fíes,
no te fío.
La lucidez es una chispa, un
estado de conciencia
en las multiplicadas estancias
de la conciencia o que hacen
conciencia, las estancias
que se alargan, se prolongan, se
continúan, y así
se le llama conciencia
a aquella continuidad.
No me fío, no te
fíes de las estancias,
se estrechan,
se acortan,
se invaden,
desaparecen,
la lucidez es un instante
entre estancias,
ventanas en la mónada que
si permanece bajo
la luz del foco se hace estancia,
también ella, y sufre
las mismas convulsiones.
Sin embargo,
sin embargo,
sin embargo... lo
que intuyo ahora
se borrará mañana,
luego,
ahora,
apenas se haga pensamiento,
conciencia: estancia. Atrapamos
la sensación que invade las entrañas,
muy abajo,
muy adentro,
muy homogénea, la atrapamos
y la hacemos eso: "sensación",
la nombramos,
la describimos... la perdemos. Ya
no es ella, ya no es eso, ya no es.
Aún está allí pero
no es lo que digo,
lo es apenas,
no es lo que oís,
no es eso, no
os fiéis,
no me fíes,
no te fío.

De nuevo cae la tarde,
mengua la luz.
Los colores del otoño vienen del oeste,
decía aquel poeta chino.
El mundo está en mí.
No me apartaré.
Acojo todos los colores, el
estío dentro de mi otoño,
porque sé que no
hay fin, que no habrá término.
Todo comienza y termina en mí.
Yo soy el infinito proyecto de mí misma
por encima de mí
me sobrevuelo.

De "Lógica borrosa" 2002
Chantal Maillard

lunes, 23 de junio de 2008



Todos seremos pianistas si desaparecen los pianos
Pedro Casariego

domingo, 22 de junio de 2008



Y proclamé más dichosos a los muertos que a los vivos,
Y más que a todos ellos a los que aún no han nacido
.
Eclesiastés, 4.2

Aquel que aún no ha nacido,
no ha vivido ni el dolor ni la palabra,
ni el crecimiento ni el cansancio de los días,
ni lo ha herido la avidez de los cuerpos
o el tacto de la luz sobre las manos,
y no conoce la agilidad del puma
ni el plumaje vistoso de guacamayo;
ni ha sufrido tampoco el frío inhóspito
ni la humedad agobiante
que detiene las horas;
no se ha probado el viejo vestido de la mar
ni han tocado el árbol ni la roca
ni conoce el trayecto de la muerte.

Tal vez sea feliz
quien no ha nacido aún,
pero no lleva
ni en la piel ni en la memoria
el gusto de los años,
la textura del viento;
no lo habita la sangre
ni ha dado fruto entre sus labios
el grito de la ternura.

Quizás sea feliz
sin el olor del te
y el sabor de la naranja.

Yo no podría serlo.



Carlos Duarte
Libro: "Tríptico hebreo", págs. 31-32. Ed. El Juglar y la Luna
Hervás Amezcua
Grabado: "Grito de Ternura"

domingo, 1 de junio de 2008




Gabriel, tus ojos aplastados contra el asfalto me miran

Gabriel cuando suplicas, pareces más bello,

Gabriel, este viaje no valía las monedas que empeñamos.


Gabriel, ahora la muerte me espera y su paciencia es eterna.

Gabriel, no cerraré los ojos hasta verte en el infierno.

Gabriel, invoco tu muerte como quien invoca un milagro


Esta noche no logro consolarme.
Y es mi conciencia,
un vicario atormentado,
que no conoce la paz ni el silencio.

Escucho al miedo, como noche tras noche, impasible,
devora mis restos hechos pedazos,
Y cuando amanece,
puedo ver, los huesos de sus hijos,
entre mis brazos, dormir.

Y mientras un relámpago,
destruye la ciudad, que los verá morir.
Ellas, hablan de otro futuro,
con una sencillez tan fría y tan amarga,
que se me hiela la sangre.


Sanguijuelas, no tendréis nada que llevaros.
Mi sangre es más que lo que observáis en la noche.
Lo oscuro que palpita.
Penúltimo velo.

No temáis, yo no me postro ante nadie.
Os arrancaré los ojos y me odiaréis,
tanto,como un necio odia a la verdad.

Para vosotros, dios o el infierno,
todo es lo mismo.
Vuestros templos os arrastrarán en cadena,
pero no comprenderéis:
que sobre vosotros cae un hechizo más grande,
que cualquier piedad creada por los hombres.

Rezad esta noche, para recordar los sueños olvidados.

Rezad mientras os desangro.
Y escribo vuestro pútrido sepelio, en el sombrero universal.

jueves, 29 de mayo de 2008